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Aunque la decisión de suspender las conversaciones fue tomada en esta jornada, el resquebrajamiento de las negociaciones comenzó a aparecer hace más de un año.
El llamado al “fin de la guerra” como “propósito nacional” hecho por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, a finales del año pasado, al comentar en sus redes un escrito del Ejército de Liberación Nacional (ELN), tendrá que esperar tras su decisión, este viernes, de suspender el diálogo con la guerrilla activa más antigua del país suramericano.
El catalizador de la determinación de Petro fueron los enfrentamientos que mantiene el ELN con un bloque de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la región del Catatumbo, que comprende los departamentos del Norte de Santander, fronterizo con Venezuela, y el Cesar.
Las cifras extraoficiales arrojan que el número de muertos, entre excombatientes, líderes sociales y población civil, va de las 34 a las 20 personas. El mandatario colombiano las catalogó de “crímenes de guerra” y suspendió el proceso de conversaciones, que se mantenía congelado desde hace casi un año.
Tras la decisión, Eliécer Herlinto Chamorro, alias ‘Antonio García’, el primer comandante del ELN, publicó un comunicado donde el Frente de Guerra Nororiental, perteneciente al grupo armado, se desligaba de tres de las muertes ocurridas en el Catatumbo y llamaba a “mantener en alto las banderas de la lucha por la defensa del territorio”. Así, pareciera que lejos quedó un proceso de reconciliación inmediato.
Plan de asesinato
Horas antes de que el mandatario cortara al camino de conversaciones abierto en 2022, el alto comisionado de Paz, Otty Patiño, alertó al país sobre un plan en marcha para asesinar a su principal asesor y jefe de la delegación del Gobierno para las conversaciones con el Clan del Golfo, Álvaro Jiménez.
Patiño dirigió una carta al grupo guerrillero donde afirmaba que conocía por “ocho fuentes distintas” lo que planeaban hacer en medio de una “fuerte crisis interna”, tras su separación del frente Comuneros del Sur, con el que el Gobierno ha entablado conversaciones de manera individual.
En la misiva, el exfundador del M-19 manifestó que la “generosidad” que había mostrado Petro, frente a las “agresiones verbales” del ELN “habían sido interpretadas como debilidad del Gobierno” por parte del Comando Central de esa estructura armada.
Comuneros del Sur
En marzo de 2024, el Frente Comuneros del Sur, una organización que pertenecía al ELN y que opera en el departamento colombiano de Nariño, se sumó al proceso de diálogos con el Gobierno, de manera independiente, en medio de un conflicto interno en la guerrilla. El principal punto de esta negociación era el desminado de las zonas rurales vulnerables.
Desde un inicio, el ELN aseveró que este frente había sido creado por el Ejecutivo y que sus integrantes eran agentes del Estado “infiltrados”, por lo que desconoció cualquier avance que se hiciera en las conversaciones con esa fracción.
Frente a esto, la delegación de paz afirmó que una negociación doble del Gobierno colombiano con el ELN y el Frente Comuneros del Sur era “jurídica y políticamente inviable”, porque, a pesar de la escisión, se trataba de una misma organización.
Una puerta cerrada
En noviembre del año pasado, el jefe de la delegación del ELN para los diálogos, Israel Ramírez Pineda, alias ‘Pablo Beltrán’, afirmó en un video que esperaba que la estructura armada avanzara “lo máximo posible” hasta el año 2026, cuando culmina el periodo presidencial de Petro. En aquel momento, esa guerrilla apostaba a “dejar el proceso lo más consolidado posible para que futuros gobiernos lo retomen y le den continuidad“.
Este planteamiento tuvo rotundo rechazo por parte de Petro, quien descartó tajantemente que en otra Administración hubiera posibilidad de concretar un acuerdo de paz con la guerrilla. “La verdad, no creo que haya próximo Gobierno que haga la paz con el ELN. La historia es un flujo permanente y no se repite“, escribió.
Por su parte, el alto comisionado de Paz dijo que, aunque “el proceso de diálogos puede ser infinito”, consideraba que si el mecanismo de implementación no empezaba en 2025, habrían fallado.
El secuestro como el inicio
El primer revés de relevancia en el intrincado proceso de conversaciones ocurrió tras el secuestro del padre del astro colombiano del fútbol, Luis Díaz. Esta acción unilateral del grupo armado tambaleó el consenso que habían alcanzado las partes hasta entonces y le sumó el elemento de la presión internacional al ELN para que liberara a Luis Manuel Díaz, un reconocido entrenador de balompié.
El secuestro, que fue reconocido por su líder ‘Antonio García’ como un “error“, ocurrió el 28 de octubre de 2023, cuando ya se había cumplido casi un año del inicio de las negociaciones, en Caracas (Venezuela). La entrega de Luis ‘Mane’ Díaz se hizo el 9 de noviembre de ese mismo año.
Esta acción del ELN, que argumentaba que las retenciones las hacía para autofinanciarse, fue un parteaguas en el complejo proceso de negociación, puesto que los voceros del equipo negociador del Gobierno consideraban que era “un crimen que ultraja cruelmente la dignidad humana” y que “ocasiona un grave daño a la confianza de la sociedad colombiana sobre la posibilidad de alcanzar la paz”.
Así, aunque el diálogo continuó, llegó a pasar por una “situación crítica” debido a que el Ejecutivo puso sobre la mesa el cese del secuestro con fines económicos como una de sus principales exigencias para continuar en ella.
- El proceso de diálogo con el ELN se ha llevado a cabo fallidamente durante los dos Gobiernos que preceden a Petro. Se inició en 2017, durante el mandato de Juan Manuel Santos, que lo suspendió en 2018, por atentados cometidos por el grupo armado.
- Las negociaciones no tuvieron continuidad durante la Administración de Iván Duque, quien inicialmente se negó a llevarlas a cabo y las congeló unilateralmente en 2019 tras el atentado a una escuela de cadetes de la Policía en Bogotá, ocurrido hace un año.