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Para llegar a esta conclusión, se examinó los depósitos de hierro-60, un isotopo radiactivo del hierro producido por las explosiones de estrellas, encontrados en la corteza de las profundidades marinas.
Un estudio reveló que el aumento en la diversidad de virus que infectaron a los peces del lago Tanganica, uno de los más grandes de África, hace 2,5 millones de años ocurrió al mismo tiempo que una distante explosión estelar (supernova) irradió la Tierra con radiación cósmica, informó este martes la Universidad de California en Santa Cruz.
Los científicos llegaron a esta conclusión examinando los depósitos de hierro-60, un isotopo radiactivo del hierro producido por las supernovas, encontrados en la corteza de las profundidades marinas.
Descubriendo la fecha del estallido
Al intentar determinar el momento en que tuvo lugar el estallido estelar, a través de la medición de la descomposición del hierro-60 en formas no radiactivas, se descubrió que algunos isotopos se formaron hace 2,5 millones de años y otros hace 6,5 millones de años.
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El equipo científico quería rastrear estos isotopos hasta eventos específicos, por lo que se dispuso a examinar los movimientos pasados de los cuerpos celestes en el espacio. Sus resultados muestran que los isotopos más antiguos se originaron cuando la Tierra entró en una enorme área de espacio parcialmente abierto denominada ‘Burbuja local’ y atravesó su región exterior, rica en polvo de estrellas.
Mientras tanto, los otros isotopos probablemente fueron el resultado de una supernova que ocurrió hace entre 2 y 3 millones de años, ya sea por el grupo de estrellas jóvenes Escorpio-Centauro, ubicado a 140 parsecs de distancia de nuestro planeta, o el grupo Tucana-Horologium, a 70 parsecs de distancia.
Aumento de las mutaciones
Al simular cómo era la supernova, los especialistas hallaron que su radiación golpeó la Tierra durante 100.000 años. Esta radiación fue lo suficientemente potente como para dañar el ADN de los virus en el lago Tanganica, provocando que mutaran en nuevas especies.
“Es realmente genial encontrar formas en las que estas cosas superdistantes podrían afectar nuestras vidas o la habitabilidad del planeta”, indica la investigadora Caitlyn Nojiri, que señala que la radiación de una supernova “podría ser un acelerador de cambios evolutivos o mutaciones de las células“. Los resultados del estudio se publicaron en The Astrophysical Journal Letters.
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