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Hay personajes en el campo de la música popular latinoamericana que dejan huella. Tal vez no se lo propusieron, pero como marca del destino, dejan el acento de su humanidad y de sus obras, de su paso por un mundo que siendo tan competitivo, no opacó nunca sus hojas de vida.
Éste es un caso, y un caso bien emblemático porque surgiendo desde México, país de competencias y glorias, Gonzalo Curiel puso su firma, y la estampó con tinta indeleble. Se trata del autor (letra y música) de temas como Vereda Tropical, Un gran amor, Caminos de ayer, Son tus ojos verde mar, Incertidumbre, Calla tristeza, Dime, Morena linda, Noche de luna y Temor, entre muchos otras piezas que pronto adquirieron identidad latinoamericana.
Algunos datos
Gonzalo Curiel Barba nació el 10 de enero de 1904 en Guadalajara, Jalisco. Con un hogar familiar estable, a los seis años ya tocaba piano y un año más tarde la guitarra y el violín. Con todas sus capacidades musicales a la vista, Gonzalo siguió sus estudios formales pues su padre quería para él un título profesional. Fue por eso que se dedicó a los estudios universitarios de medicina hasta que no pudo más, los abandonó y se fue en 1931 a la capital mexicana. Significó el quiebre de la relación con su padre, prácticamente para siempre, pues su progenitor no le perdonó que se dedicara a la música y abandonara “una carrera profesional”. La familia trató de acercarlos pero el padre nunca quiso. Tal vez por ello Gonzalo Curiel fue tan amante y comprensivo con sus hijos tal y como éstos refieren en diversas entrevistas.
En una oportunidad un hijo del compositor, Gonzalo Curiel Jr. en una conferencia reveló que su padre, a lo largo de su vida desarrolló siempre el gusto por la interpretación de cualquier género musical. Fue autodidacta en su juventud y luego tomó cursos en el Conservatorio Nacional de Música. Su hijo señaló que Curiel tenía un método sui géneris: compraba algún disco que le gustaba y compraba la partitura de esa música. De esa forma aprendió a tocar por notas.
Cuando llegó a Ciudad de México tenía 27 años (1931) y comenzó a trabajar grabando rollos de música para pianolas, y como pianista profesional debutó en la prestigiosa emisora XEW. Ahí le cambió la vida cuando Alfonso Ortíz Tirado, gran tenor, ante la ausencia de su pianista habitual por un caso de salud, solicitó que Curiel lo acompañara en una importante gira internacional. Así Gonzalo Curiel comenzó a dar a conocer su talento y además su objetivo de crear agrupaciones musicales. De hecho con el tiempo fue de los primeros artistas en trabajar con su propia orquesta. Estando en Acapulco compondría “Vereda Tropical” en 1936 y dos años después sería estrenada la pieza en una película. Fue un tema de grandes proporciones a escala mundial. Lo sigue siendo.
Vereda Tropical
La Impronta
El contexto del desarrollo de Gonzalo Curiel se dio en un ambiente muy rico en lo musical, y también muy denso. Sin querer sobresalir fue conformando varias agrupaciones hasta que logró en 1940 integrar la orquesta “El escuadrón del ritmo”, con la cual amenizó muchas tandas de baile en salones y eventos y con la que viajó a cumplir contratos a Estados Unidos y a Brasil, a Argentina en 1941 y a Chile en 1942.
Pero no se trataba sólo del baile. Gonzalo Curiel acometió también, además de lo popular, música para el cine (más de 180 películas tienen algo de su música, incluyendo varias de Cantinflas). En la parte cinematográfica musicalizó producciones para el cine de Estados Unidos de Norteamérica, y de Francia. En la parte sinfónica compuso tres conciertos para piano y orquesta, que han sido rescatados, sobre todo el Concierto número 2 para piano en re menor, de 1950. En esta obra, que milagrosamente pudo ser rescatada (se habían perdido muchas partituras, pero se logró conservar la grabación de su estreno) Curiel se expresa en el llamado Romanticismo tardío mexicano y muestra sus adelantos con los recursos musicales propios, los de México. Los estudiosos de su obra indican que fue un compositor equidistante entre la música de concierto y el jazz, y que su obra contenía elementos de ambos. Sin duda fue un vanguardista cuando se habla de estructuras armónicas, pues eran complejas, unidas a la hermosura de sus letras; tal vez por ello algunos de las nuevas generaciones le miren a distancia.
Caminos de ayer
Otra faceta
Gonzalo Curiel fue cofundador del Sindicato Mexicano de Autores, Compositores y Editores de Música. Luego cofundaría la Sociedad de Autores y Compositores de México de la cual llegó a ser Directivo. Eso es un indicativo de su sentido de pertenencia con relación a la parte autoral y de defensa de los derechos de los músicos en un país como México, que terminó descollando en esa materia. Siempre apoyó al talento emergente, ese que inundaba los estudios radiales de entonces en busca de oportunidades para sus potencialidades. En más de una oportunidad prestó su jerarquía frente al piano para acompañar a los jóvenes que buscaban oportunidades. De igual forma aprovechó para establecer vínculos con notables de su propia generación.
Su obra fue interpretada por grandes voces, y para muestra basta un botón: José Mojica, Alfredo Sadel, Genaro Salinas, Juan Arvizu, Toña La Negra, Pedro Infante, Emilio Tuero, Lupita Palomera, Pedro Vargas, Antonio Prieto, Amparo Montes, Javier Solís, Plácido Domingo, Chucho Avellanet, Los Panchos, Marco Antonio Muñiz, Elvira Ríos, Chavela Vargas, José Alfredo Jiménez, Armando Manzanero, Tito Gómez, Serenata Guayanesa de Venezuela y un largo etc.
Verde Mar
Fallecería joven, a los 54 años, el 4 de julio de 1958 en su hogar a causa de un infarto.
México le lloró mucho y sigue agradeciendo su obra. La América Latina también.