Petro-Perú: las cifras que describen la peor crisis financiera de la historia de la empresa estatal

Según el análisis de la empresa, el resultado negativo estuvo relacionado con menores ingresos por ventas debido a la menor cantidad de combustibles recibidos por la demora en el pago a proveedores, la disminución del precio internacional del petróleo y sus derivados (que afectó el precio promedio de venta); así como un efecto desfavorable de la subida del tipo de cambio, que generó una pérdida al tener más activos que pasivos en soles.

La mala gestión de Petro-Perú en este gobierno tuvo como consecuencia la rebaja en la calificación de su deuda por parte de Fitch Ratings y Standard & Poor’s en el primer trimestre. Esto ocasionó un recorte en sus líneas de crédito que agravó sus problemas de liquidez. A setiembre, el capital de trabajo (lo fondos de la empresa para cumplir sus obligaciones a corto plazo) es negativo y supera los US$1.389 millones, mayor a la brecha de US$843 millones a fines del 2021.

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Por otro lado, la deuda total de PetroPerú excede en más de 4,2 veces su patrimonio. El incremento de este índice estuvo asociado a la emisión de bonos para el financiamiento de la Refinería de Talara, valorizada en US$5.718 millones.

Ambos factores impulsaron al gobierno a transferir solo este año S/9 mil millones como aportes de capital, préstamos y líneas de crédito [ver gráfico]. Esta cifra equivale al 3,8% del presupuesto institucional modificado (PIM) del sector público para este año (S/235 mil millones) y supera los recursos de 14 ministerios. Representa, asimismo, más del doble de lo invertido en los Juegos Panamericanos Lima 2019 (US$1.200 millones).

¿Podrá Petro-Perú revertir la situación en la que se encuentra? Para el exministro de Energía y Minas Carlos Herrera Descalzi, el pago de la refinería (que procesaba 60 mil barriles diarios antes de su modernización) y los flujos que dejó de percibir por esta actividad ocasionaron que en los últimos años la empresa perdiera dinero y participación de mercado. La refinación, la comercialización de combustibles y la operación del oleoducto norperuano le permitían tener márgenes positivos y mantener costos elevados como los de su personal.

“Talara debió estar lista en el 2019. Han pasado tres años en que la refinación, su principal fuente de ingresos, ha estado parada. El oleoducto representa gastos y tiene otros que cubrir de la refinería nueva. Que un proyecto se demore tres años más puede quebrar al propietario. Es necesaria una auditoría”, explica.

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El experto añade que, si bien el Estado se vio obligado a inyectar recursos en la empresa para garantizar el abastecimiento de combustibles, debió adoptar medidas rápidas, como designar una administración profesional adecuada.

“Lo catastrófico fue dejarla sin liquidez. El gobierno le dio US$500 millones como línea de crédito para las importaciones, no creo que esté perdiendo ahí. Necesita salir cuanto antes del gasto de la refinería y ponerla a operar para revertir la pérdida”, apunta.