“Definir horarios y respetarlos ofrece estabilidad y orden en el día. Son límites y parámetros que brindan seguridad emocional al niño”, explica Liliana Tuñoque, psicóloga de la Clínica Internacional. La especialista considera que los padres deben ser los encargados de diseñar los horarios. En tal sentido, uno de los factores que deben tomarse en cuenta es la edad. Esto influye, por ejemplo, en la hora para acostarse o en la carga de actividades.
Otro factor clave radica en evitar saturarlos, pues el niño debe tener espacios para hacer lo que le gusta: ver televisión, jugar, descansar, en fin. Debe ser un tiempo prudente, mínimo media hora al día. También se recomienda armar los horarios en función a bloques de 45 minutos. Es decir, las horas para hacer las tareas, clases particulares, terapias, talleres y otras actividades deben durar ese lapso. “Esto tiene un fundamento psicopedagógico: después de los 45 minutos, los niños se cansan, se aburren y ya no asimilan”, apunta Tuñoque.
Asimismo, durante los fines de semana, además de priorizar las responsabilidades académicas, es saludable asignar espacios para la convivencia en familia. Compartir con los seres queridos, junto a la educación, es una de las mejores inversiones en la vida.
HORAS DE SUEÑO
– Se recomienda que los niños no duerman en las tardes, pues dificulta su capacidad para dormir en la noche.