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Aquellos que fueron desplazados en la región de Catatumbo hace más de dos décadas ayudan a los que recientemente abandonaron sus casas para huir del conflicto armado del ELN y las disidencias de las FARC.
El Ejército de Colombia intensifica su respuesta en la región de Catatumbo, donde siguen los enfrentamientos armados entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Frente 33, una disidencia de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El Catatumbo se sumó a otras regiones, como Cauca y Arauca, afectadas por el sangriento conflicto. Estas zonas se caracterizan por su alta conflictividad, derivada de la presencia histórica de estructuras armadas, rutas de narcotráfico y disputas territoriales. Debido al enfrentamiento de los grupos armados, ya más de 40.000 desplazados del Catatumbo buscan refugio para huir de la violencia armada, con la mayoría de ellos huyendo a la ciudad de Cúcuta.
Un recordatorio de conflictos pasados
RT habló con Omaira Bastos Mora, una líder innata desplazada del Catatumbo hace dos décadas, cuando los paramilitares cometieron sus peores crímenes, obligando a la población a huir de sus domicilios. Actualmente ayuda a buscar refugio para quienes, muchos años después, enfrentan el mismo destino que ella. “Mi familia y yo somos sobrevivientes de la crisis humanitaria hace más de 25 años en el Catatumbo. Duro, ha sido duro todo este tiempo, y digamos que apenas empezamos a reconstruir nuestras vidas después de tanto tiempo”, contó Bastos Mora.
La mujer relata que, al ver a los miles de desplazados durante la última semana, siente como si su propia historia se repitiera en cada uno de ellos. “Familias completas con la casa al hombro, en un saco. Eso arruga. Nosotros también tuvimos que hacer lo de subirnos a un bus y llevarnos lo que llevábamos puesto, una maleta con tres mudas de ropa. Y verlos en esa situación es como si volviéramos nosotros también a revivir este tipo de cosas“, aseveró.
Asistencia a los desplazados
En la ciudad existe un barrio no legalizado, La Conquista, habitado por los antiguos desplazados. Sus residentes decidieron ayudar a otros que recientemente también tuvieron que abandonar su anterior vida e ir a Cúcuta. Han abierto las puertas de sus humildes casas para que estas nuevas familias puedan sobrellevar los días más difíciles. “Durante los 13 años que lleva esa comunidad, ha sido el refugio para 623 familias que viven solamente en ese asentamiento“, afirmó Bastos Mora sobre La Conquista.
No obstante, no solo este barrio está dispuesto a ayudar a los desplazados. Desde el primer día de la crisis, Bastos Mora y otros voluntarios, antiguos desplazados como ella, apoyan las labores humanitarias en el estadio municipal, el primer punto de atención para quienes llegan sin nada. Muchas de las personas que están ayudando durante todos estos días son precisamente desplazados de hace más de dos décadas de esa zona del país. Han decidido ponerse la camisa de la solidaridad y ayudar a quienes hoy viven el mismo drama, convirtiéndose en una luz de esperanza para quienes hoy están en medio del sufrimiento.
Al igual que Omaira, Saddy Rodríguez, otro desplazado del Catatumbo en el año 2000, tras enterarse de la llegada de nuevos desplazados se sumó a la ayuda. “Sufrí lo que ellos hoy están sufriendo. La verdad que me da nostalgia, me da tristeza, impotencia de ver muchas madres con sus niños, muchos niños llorar. […] Hemos salido aquí en hora de la tarde, noche, y de ver las largas filas de mis hermanos. La verdad que da tristeza, pero a la vez me da alegría de poder aportar un granito de arena para tratar de mitigar“, sostuvo.
Estos ejemplos muestran que, en la actual crisis humanitaria, la solidaridad está siendo fundamental. Quienes vivieron el desplazamiento en el pasado no han dudado en apoyar a los que ahora enfrentan lo mismo, como si con cada gesto de ayuda intentaran cerrar un ciclo de dolor. Así, en el Catatumbo, una de las regiones más golpeadas por la violencia en Colombia, los desplazados de ayer se convierten en el apoyo para los desplazados de hoy.
