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Se estima que al menos el 10 % de los jóvenes estadounidenses ha participado en este tipo de desafíos al menos una vez.
Las redes sociales han amplificado la difusión de distintos retos, como el juego de la asfixia, que pueden atraer a adolescentes que buscan aprobación social aunque las consecuencias puedan ser mortales. De acuerdo con un reciente informe de The Conversation, se estima que al menos el 10 % de los jóvenes estadounidenses ha participado en este tipo de desafíos al menos una vez.
El juego de la asfixia consiste en restringir temporalmente el oxígeno que llega al cerebro hasta alcanzar la euforia mediante una breve hipoxia. Pero este no es el único. Otros retos extremos incluyen el rompe cráneos, la ingesta de cápsulas de jabón líquido y ‘surfear’ sobre automóviles en movimiento.
Cada uno representa grandes riesgos para la integridad de quienes lo practican. Por ejemplo, en el rompe cráneos dos personas patean las piernas de una tercera mientras esta salta, lo que hace que se caiga y pueda sufrir lesiones permanentes. Existen registros de varios casos en los que niños y adolescentes terminaron hospitalizados con conmociones cerebrales, luego de participar en el desafío.
A su vez, tragar cápsulas de detergente puede provocar asfixia e intoxicación, mientras que caerse de un automóvil en movimiento puede provocar traumatismo craneal grave.
“Tormenta perfecta”
Aunque es difícil determinar con exactitud cuántos adolescentes han muerto a causa de estos desafíos, un reporte de 2008 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. concluyó que 82 niños fallecieron en el país, durante un periodo de 12 años, tras intentar el desafío de la asfixia. Cerca del 87 % de los participantes eran varones y su edad promedio era de poco más de 13 años.
Los autores del informe consideraron que distintos factores, como la exposición a redes sociales y el desarrollo de áreas del cerebro que afectan a la madurez, crean la “tormenta perfecta” y el entorno ideal para la proliferación de estas actividades.
Muchos de los jóvenes participaron en estos retos buscando validación social, impresionar a sus compañeros o llamar la atención de alguien que les interesaba románticamente. La mayoría de ellos estaba solo o con poca supervisión adulta, lo que aumenta el riesgo de prácticas peligrosas.