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El último domingo Israel realizó un bombardeo y una incursión en el sur de Gaza que se saldó con la muerte de más de un centenar de palestinos.
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A pesar de su letalidad, sería sólo el preludio de una ofensiva contra lo que queda de Rafah, la única región de Gaza que aún no ha sido tomada por tierra y que sirve como último refugio para más de un millón y medio de palestinos atrapados entre el fuego israelí y la frontera egipcia.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu fue claro al respecto, indicando que “quiénes dicen que bajo ninguna circunstancia debemos entrar a Rafah básicamente están diciendo que perdamos la guerra”.
De concretarse, la ofensiva podría ser la más letal desde el inicio de las hostilidades dada la alta densidad de desplazados que sobreviven en esta pequeña Franja de seis kilómetros.
Lo que queda de Rafah
La Gobernación de Rafah es el territorio más meridional de Gaza. Esta estrecha extensión de tierra está rodeada por el mar Mediterráneo y vallas fronterizas egipcias al sur e israelíes al este.
La ciudad capital, devenida en un enorme campo de refugiados, quintuplicó su población en los últimos cuatro meses, tras la llegada de más de un millón y medio de desplazados que se acomodan donde los escombros se lo permiten.
Los palestinos sobreviven en precarias tiendas de campaña, donde por techo y piso tienen endebles láminas de plástico. La comida es insuficiente, y para obtener dos litros de agua contaminada, deben hacer horas de cola.
A su vez, el hacinamiento ha resultado en la propagación de enfermedades y funcionarios de salud informaron sobre un brote de hepatitis A, que prospera en contacto cercano.
En tanto, los dos hospitales de importancia se encuentran colapsados.
El director del Hospital Kuwait en Rafah indicó que el centro está lleno de heridos en estado crítico y no hay suficientes medicamentos ni sueros.
A su vez, la cadena Al Mayadeen reportó que el hospital Najjar cuenta solamente con 30 camas y no puede proporcionar atención médica a todos los heridos.
En cuanto a la ayuda internacional, miles de desplazados se agolpan en las instalaciones de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (Unrwa), esperando que la agencia creada para ayudarlos pueda hacerlo.
Sin embargo, el organismo que denuncia haber perdido a más de 140 de su miembros bajo el fuego israelí poco puede hacer. Su financiación fue suspendida por las naciones occidentales luego de que Israel alegó -sin prueba- que 12 miembros del personal de la Unrwa participaron en la operación del 7 de octubre de 2023.
The U.S., Canada, Finland, Australia, Italy, and the UK have stopped funding @UNRWA due to staff involvement in the October 7 massacre. I call for more nations to join in. @UNRWA‘s ties with Hamas, providing refuge for terrorists, and perpetuating its rule are undeniable. The…
— ישראל כ”ץ Israel Katz (@Israel_katz)
January 27, 2024
Sin lugar donde ir
Con todo el centro y norte de Gaza desbastado, Israel empuja a la población gazatí a abandonar sus tierras hacía Egipto y reproducir la Nakba de 1948, cuando unos 800.000 palestinos fueron desplazados para siempre de las tierras donde se instauró el Estado de Israel.
Los refugiados son conscientes de esta situación y se aferran a la última porción de tierra palestina, pese al asedio y el genocidio del que son víctimas.
En tanto, las autoridades egipcias advirtieron que el objetivo de Tel Aviv de expulsar a los palestinos de sus tierras amenazaría el acuerdo de paz de Camp David de 40 años entre los dos países.
De momento, El Cairo ha trasladado 40 tanques y vehículos blindados de transporte de personal a la frontera con Gaza para detener cualquier posible efecto colateral de un ataque terrestre israelí.
La reacción de Europa, ¿más que palabras?
Lo que se vislumbra como la mayor masacre del genocidio en marcha contra la población palestina, que ya ha causado 28.340 muertos, además de 67.984 heridos según el Ministerio de Salud palestino, podría llevar finalmente a una acción concreta por parte de Occidente.
El fallo del Tribunal de Apelación de La Haya, que ordena a Países Bajos suspender la entrega de piezas de repuesto para los aviones F-35, sienta un primer precedente en ese sentido. Fallo que será obedecido por el Gobierno neerlandés pese a que recurrió la medida.
En tanto, ante la inminente masacre de Rafah, la Unión Europea (UE) parecería estar dispuesta a dejar la retórica de lado y finalmente tomar decisiones concretas contra el genocidio en marcha.
El alto representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha sugerido un embargo de armas a Israel para forzarle a detener la “insoportable” alta tasa de muertes de civiles en la Franja de Gaza.
“Mi pregunta es ¿más allá de las palabras, qué más se cree que hay que hacer? Si crees que el número de muertes es muy alto ¿tienes alguna posibilidad para reducirlo?”, expresó Borrell en declaraciones a la prensa.
Además, el jefe de política exterior de la UE sugirió públicamente a Estados Unidos (EE.UU.) que reconsidere su ayuda militar a Israel debido al elevado número de víctimas civiles en Gaza.
Sin embargo, pese al contundente rechazo de la población europea al genocidio israelí en territorio palestino, hasta el momento la condena de los Estados europeos se ha reducido al campo retórico.
El genocidio israelí en la disputa presidencial de EE.UU.
El domingo, el primer ministro israelí Netanyahu brindó entrevistas a FOX y a ABC News, dos importantes cadenas de medios de EE.UU., tras la ofensiva en Rafah.
La decisión del premier no fue casual, el apoyo de EE.UU. a su causa es fundamental y la colocación de la problemática en la agenda mediática estadounidense busca presionar al presidente Joe Biden a tomar una decisión unívoca, después de que el mandatario haya considerado que “la operación militar en Rafah no debe continuar sin un plan para garantizar la seguridad de un millón de personas”.
En este contexto, toma relevancia el estudio divulgado este lunes por el Instituto para la Política y el Entendimiento Social, con sede en EE.UU., el cual muestra que la mayoría de los estadounidenses musulmanes, católicos y protestantes –entre ellos evangélicos blancos y estadounidenses no afiliados– están a favor de un alto el fuego permanente en Gaza.