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Novedosas actividades lúdicas han llegado para quedarse.
Para muchas personas los fines de semana sentados en un bar o yendo al cine están dejando de ser su principal modelo de ocio urbano. Nuevas actividades van sembrando un mapa lúdico en las ciudades que cada vez despierta más curiosidad.
Entre las novedosas iniciativas algunas de ellas tienen un punto en común, aunque la ejecución difiera drásticamente: se trata de la intención de liberarse del estrés del día a día con enfoques muy diferentes.
¿Bailando sin música?
Las céntricas calles de Madrid asisten con regularidad a un espectáculo inusual: decenas de personas bailando al mismo son con una particularidad única, no se oye ninguna música.
Se trata de una “experiencia inmersiva urbana”, cuenta la responsable de Bailaloloco Silence Disco Tour, Beatriz Robles, sobre una iniciativa que de momento recorre las calles de Madrid y Valencia.
Durante una hora, los clientes recorren a pie zonas peatonales del centro de las urbes portando dispositivos sincronizados para escuchar la misma música mientras son guiados por instructores. Por el camino, además de la parte melódica, hay risas, juegos y otras sorpresas.
Robles cuenta que hace ya seis años que vio la luz esta iniciativa, que ya se conocía en otras latitudes europeas. Se busca que la experiencia no se quede solo en la música, sino que junto a otras dinámicas cobre un sentido global, que cuente una historia de principio a fin.
A pesar de la imagen inicial de personas desconectadas de su entorno gracias a los auriculares, según sus promotores, la iniciativa propone lo contrario: que los usuarios interactúen entre sí y se genere complicidad.
La idea surgió a través del festival Fringe en Edimburgo, que se configuró en una referencia sobre la que barnizar una nueva esencia y marca hasta dar a luz a la primera compañía de disco tours silenciosos de España.
Entre los participantes abundan las mujeres, con una franja de edad mayoritaria de entre 25 y 40 años. Con ese público se celebran tanto eventos privados como pases compartidos con otras personas.
El balance de este recorrido iniciado hace poco más de un lustro es positivo, con una gran acogida, principalmente porque se trata de una actividad alejada de opciones de ocio que giran alrededor del alcohol, en la que no se genera ruido y en la que se pasea por espacios peatonales de las zonas más bonitas de las ciudades.
Sacándose el estrés a golpes
Otro tipo de actividades para el tiempo enfocado en liberar el estrés de una forma poco convencional está tomando impulso poco a poco en diferentes puntos del país.
Se trata de las habitaciones de la rabia, también conocidas como ‘rage rooms’, espacios especialmente diseñados para liberar el estrés a través de la destrucción de objetos.
Desde vajillas a televisores, pasando por ordenadores o cualquier otro pequeño electrodoméstico, estos objetos pueden ser atacados con bates, martillos u otras herramientas. Todo ello en un habitáculo controlado y seguro, con todas las medidas de seguridad pertinentes, como gafas protectoras o guantes.
Albert Soler es el propietario de Axerum, un negocio que cuenta con una de estas curiosas habitaciones. Su negocio, ubicado en la ciudad de Vilanova i la Geltrú, en la provincia de Barcelona, lleva doce años dedicándose al sector del ocio, con ‘scape rooms’, lanzamientos de hacha y otras atracciones.
Coincide en la descripción del peculiar espacio como “una habitación antiestrés, donde se pueden romper ordenadores, impresoras, botellas, con diferentes herramientas. Además, el cliente puede estamparlos directamente contra la pared“.
Soler cuenta que también se utilizan como terapia y asegura que hay psicólogos que recomiendan esta actividad no solo para aliviar la tensión acumulada por el día a día y los problemas laborales, sino para trabajar frustraciones o simplemente para desahogarse.
El público, como viene siendo habitual en las iniciativas de ocio alternativo, es mayoritariamente femenino, llegando a representar prácticamente al 80 % en el caso de la ‘habitación de la rabia’, aunque el porcentaje es más paritario en actividades como el lanzamiento de hachas. La edad suele oscilar usualmente entre los 35 y los 40 años.
Soler opina que la gente busca salirse de la rutina, dejar de lado la bolera y otras expresiones de ocio más tradicionales para lanzarse a lo novedoso. El otro filón de atractivo para su negocio es el interés de los clientes en tomarse fotos, videos y colgarlos en sus redes sociales para compartirlo con compañeros, familiares y amigos, como una forma de mostrarles la experiencia o animarles a probarlo.
