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Las megabombas han estado en la lista de deseos de los israelíes desde principios de los 2000 para poder atacar las instalaciones subterráneas de enriquecimiento de uranio de Irán.
El Departamento de Defensa de EE.UU. negó que la Administración del presidente Donald Trump esté considerando la pronta entrega a Israel de la llamada ‘madre de todas las bombas’ (GBU-43/B MOAB), capaz de destruir búnkeres profundos.
Según los reportes, un funcionario no revelado del Pentágono afirmó que eran “completamente falsos” los informes previos, recogidos por el medio alemán Bild, de que el gestor de crisis del mandatario estadounidense en Oriente Medio, Steve Witkoff, dijo que su país podría enviar esta arma de once toneladas al país hebreo.
No obstante, The Jerusalem Post escribió en aquel momento que Witkoff pareció mostrarse ambiguo a la idea del envío, puesto que el Ejército israelí “ya tiene bombas antibúnkeres”. Además, Tel Aviv actualmente carece de los medios necesarios para lanzar una bomba más grande que la GBU-28, de poco más de dos toneladas de peso.
Estas posibles entregas se consideran una señal de la dirección futura de Israel en su enfrentamiento con Irán. Las megabombas han estado en la lista de deseos de los israelíes desde principios de la década del 2000, pero todos los presidentes de EE.UU. desde entonces, desde George W. Bush hasta Joe Biden, se han negado a suministrarlas, incluso Trump en su primer mandato.
En este contexto, se cree que el país hebreo podría utilizar este armamento para atacar las instalaciones subterráneas de enriquecimiento de uranio de Irán. Analistas militares consultados por Bild opinan que Tel Aviv no ha tenido capacidades suficientes para destruir el programa nuclear de Teherán.
Más bombas para Israel
Entre tanto, Washington aprobó este viernes la venta de más de 7.400 millones de dólares en bombas, misiles y otros equipos al país hebreo. Estas adquisiciones “mejoran la capacidad de Israel para enfrentar las amenazas actuales y futuras, fortalece su defensa nacional y sirve como elemento disuasorio ante las amenazas regionales”, según comunicó la Agencia de Cooperación de Seguridad de Defensa de EE.UU. (DSCA).
En detalle, se aprobó la venta de 6.750 millones de dólares en bombas, kits de guía y espoletas, además de 660 millones de dólares en misiles Hellfire.