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Una severa bajante en el caudal de la laguna Mar Chiquita dejó al descubierto las ruinas del pueblo de Miramar de Ansenuza, algo que se ha convertido en un atractivo turístico y un elemento de inquietud y cierta preocupación para los habitantes de la zona.
La severa y larga sequía que afecta a casi toda Argentina no se ve reflejada únicamente en campos secos, animales sin forraje y pérdidas económicas. Fuentes hídricas han perdió su caudal habitual, dejado al descubierto buena parte de su historia, como es el caso de la laguna Mar Chiquita, en el noroeste de la provincia de Córdoba.
Desde el 2017, una bajante le hizo perder a la laguna casi 4,5 metros de su caudal habitual, con lo cual comenzaron a hacerse visibles las ruinas de Miramar de Ansenuza, una población turística que quedó sumergida bajo el agua y perdió alrededor del 60% de su territorio tras una enorme crecida en 1977. Ahora, es posible reconocer los viejos trazados de calles y algunas construcciones derruidas, algo que se ha convertido en un atractivo turístico para los visitantes de la región y a su vez en un fenómeno que inquieta y preocupa a sus habitantes.
De acuerdo con la historiadora Mariana Zapata, esta situación tan particular es provocada por los “grandes desmontes” y las “canalizaciones no autorizadas” en las zonas de los bañados del río dulce, uno de los principales afluentes de Mar Chiquita. En época de creciente se calcula que el río proporciona unos 1.300 m³/s, mientras que en épocas normales debería llegar a la laguna para conservar su nivel entre 110 y 120 m³/s.
“Al aparecer canales clandestinos sobre el río no está entrando esa cantidad de agua y esto provoca esta gran bajante que estamos pasando”, aseveró Zapata.
Mar Chiquita es la mayor superficie lacustre del país y la más grande de Sudamérica con agua salada. Su extensión está cerca de los 8.000 kilómetros cuadrados, pero es variable y siempre ha dependido del agua que llega a través de los ríos afluentes y las lluvias. Solo entre el año pasado y lo que va del 2023, la laguna bajó 70 centímetros su caudal, lo que para muchos la convierte en un testigo fiel del cambio climático.
Según el Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica (SISSA), más del 59% del territorio argentino padece algún grado de ausencia de precipitaciones. Dentro de este porcentaje, casi la mitad tiene sequía extrema o severa, lo que trajo aparejado muchos problemas en el sector agropecuario. Pese a que el Gobierno prometió la otorgación de créditos blandos a pequeños y medianos productores, para muchos este ofrecimiento no alcanza para paliar las consecuencias de la deforestación, la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas.
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