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Los machos son dos veces más pequeños que las hembras, pero sus glándulas venenosas son tres veces más pesadas.
Los pulpos machos de líneas azules miden la mitad que sus compañeras, así que, para evitar ser devorados durante el apareamiento, muerden a sus parejas y les inyectan tetrodotoxina, un veneno neuroparalizante, descubrió un estudio publicado en la revista Current Biology.
De esta manera, las hembras quedan en estado de parálisis durante una hora, tiempo en que los machos las fecundan sin perder la vida, observó un equipo de zoólogos dirigido por Wen-Sung Chung, de la Universidad de Queensland. En algunas especies de invertebrados, las hembras perciben a sus compañeros de menor tamaño como presas a las que se comen antes, durante o inmediatamente después del apareamiento.
La estrategia de los machos
Las glándulas salivales que producen el veneno neuroparalítico tetrodotoxina a través de bacterias simbióticas son unas tres veces más pesadas en los machos que en las hembras. Mientras las hembras crecen en tamaño, los machos desarrollan glándulas venenosas más grandes que les ayudan durante el apareamiento.

Los machos se suben encima de su pareja, le dan una mordedura en la aorta e inyectan tetrodotoxina de sus glándulas salivales a través de la herida. Como consecuencia, la hembra pierde movilidad y ya no puede atacar, lo que es aprovechado por el macho para aparearse. Cuando desaparecen los efectos del veneno, recupera el control de sus extremidades y empuja al macho.
Los investigadores constataron que, a pesar de las heridas, ninguna de las hembras murió durante la cópula, y todas ellas pusieron huevos entre tres y 23 días después del apareamiento. Pero al igual que la mayoría de las especies de pulpos, los pulpos machos de líneas azules mueren poco después de aparearse y las hembras tras la puesta de los huevos.