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La imagen, compartida en redes sociales, provocó una avalancha de respuestas de los usuarios en Colombia.
Parece una aldea inundada. Desde el avión, toma una fotografía que muestra un puñado de casas rodeadas de agua, que parecen flotar en medio de la nada en una localidad de Colombia.
“Sobrevolando la Ciénaga, entre Barranquilla y Santa Marta, este ‘caserío’ llamó mi atención y no he dejado de pensar. ¿Alguien sabe qué pueblo es este? ¿Está habitado? ¿Está inundado? ¿Cómo llegan allá? Perdón si la cago, pero no me puedo quedar con la duda“, escribió la periodista deportiva Diana Paola Rincón, quien compartió la fotografía en redes sociales. La respuesta fue abrumadora.
Sobrevolando la Ciénaga entre Barranquilla y Santa Marta este “caserio” llamó mi atención y no he dejado de pensar… Alguien sabe qué pueblo es este? ¿Es habitado? ¿Está inhundado? ¿Cómo llegan allá? Perdón si la cago, pero no me puedo quedar con la duda 🤯 pic.twitter.com/PhgkdTMAb2
— Diana Paola Rincón (@Dianirin) January 16, 2025
Con casi dos millones de impresiones y cerca de 12.000 ‘me gusta’, las internautas contaron la historia de esas poblaciones, conocidas como pueblos ‘palafitos’ porque así se denominan las construcciones erigidas en medio de cursos de agua.
Pero más allá de lo pintoresco se esconde la tragedia. Esas poblaciones no han escapado del dilatado conflicto armado en Colombia y una de las más afectados está ubicada precisamente en la Ciénaga: se trata de Trojas de Cataca.
Junto a Nueva Venecia y Buena Vista, Trojas de Cataca es uno de los tres pueblos de palafitos que se alzan sobre la Ciénaga Grande. No obstante, sus habitantes lo abandonaron después de la violenta incursión de un grupo de paramilitares, que perpetró varias masacres en el año 2000.
Asedio paramilitar
A principios de este siglo, un grupo de 50 miembros del Bloque Norte de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia, comandado por Rodrigo Tovar Pupo (alias ‘Jorge 40’), asedió las poblaciones palafíticas y asesinó al menos a seis pescadores, justo antes de confinar a mujeres y niños en sus hogares para interrogar a varios hombres en Trojas de Cataca, señalados de ser supuestos colaboradores de la guerrilla del ELN.
Se estima que la incursión dejó al menos una decena de muertos, pero no hay cifras oficiales. Las casi 3.000 personas que vivían allí abandonaron sus casas. Meses más tarde, los paramilitares incursionaron en Nueva Venecia para matar a otros hombres, bajo la sospecha de que obedecían órdenes de los sobrevivientes de la primera matanza.
En la segunda incursión, que se extendió por más de ocho horas, las cifras oficiales hablan de 39 muertes. No obstante, otros conteos sitúan las víctimas mortales entre 70 y 114, ya que los criminales se encargaron de desaparecer cuerpos.