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Es una de las pocas que siguen en pie en el irreconocible Pacific Palisades, que quedó reducido a cenizas, luego de ser un barrio acaudalado y lleno de mansiones.
Un residente del barrio Pacific Palisades de Los Ángeles, uno de los focos de los voraces e incontrolables incendios que desde este martes azotan la ciudad californiana y sus alrededores, decidió desafiar las órdenes de evacuación y quedarse a proteger la casa donde ha vivido toda su vida.
Cuando el fuego comenzó a invadir su patio trasero, John Carr, de 65 años, se puso un casco de construcción, tapabocas y tomó una manguera de jardín para tratar de neutralizarlo. Tuvo que saltar varias vallas porque las llamas salían de todas direcciones, e incluso estuvieron a punto de lastimarlo. “Bastante aterrador”, contó en una entrevista.
“Estuve despierto toda la noche y todo el día. Dormí un lapso corto después de que las cosas se calmaron un poco, luego de que se quemaron todas las casas. Probablemente me lastimé una costilla al saltar una cerca”, dijo.
“Ni un solo camión de bomberos”
Valiéndose de su experiencia con incendios anteriores —subrayó que al ser California un desierto es “natural” que ocurran—, el sexagenario finalmente consiguió salvar su propiedad y evitar que corriera el mismo destino que la mayoría de las edificaciones vecinas. Y es que su casa es una de las pocas que sigue en pie en el irreconocible Pacific Palisades, que quedó reducido a cenizas, luego de ser un barrio acaudalado y lleno de mansiones.
Al respecto, Carr asegura que cuando todo comenzó a arder no vio “ni un solo camión de bomberos” afuera para ayudarle a intentar hacer algo para contrarrestar los incendios y minimizar los daños en la zona. “Si hubieran tenido algunos camiones de bomberos y hubieran puesto un chorro aquí, un chorro allá y hubieran estado atentos, todas estas casas estarían aquí hoy. Se lo digo aquí y ahora. Lo vi con mis propios ojos”, comentó.
“Hay cosas en la vida por las que vale la pena luchar”
La decisión de Carr de enfrentar el incendio, poniendo incluso en riesgo su vida, se debe al valor sentimental de su casa y lo que significan para él todos los recuerdos asociados a ella. Además, no podía permitirse construir una nueva y pagar los impuestos por ella.
“La casa fue construida por mi madre y mi padre en 1960 y viví aquí toda mi vida, así que hay muchos recuerdos aquí y creo que también les debo a ellos el intentar hacer lo mejor que pudiese para salvarla […] Hay cosas en la vida por las que vale la pena luchar, ¿saben? Si perdiera esta casa, me resultaría muy difícil construir una nueva y pagar los enormes impuestos inmobiliarios que hay aquí. ¿Qué haría?”, aseguró.
En cuanto a si fue imprudente o valiente de su parte haber querido salvar su casa, John cree que hizo lo que tenía que hacer. Entretanto, sus vecinos lo consideran un héroe. Varios de ellos le agradecieron por socorrerlos y evitar que sus casas también se quemaran. “Hice lo que tenía que hacer, lo que quería y lo que pensé que podía hacer […] En realidad [los vecinos] han sido muy amables […] Un ‘gracias’ es suficiente”, concluyó.
