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El ministro de Defensa israelí explicó que su país “no tiene derecho moral” a detener los combates mientras haya rehenes en el enclave palestino.
Israel no permitirá que los palestinos regresen al norte de la Franja de Gaza hasta que todos los rehenes capturados por Hamás sean liberados, declaró el ministro de Defensa del país hebreo, Yoav Gallant, citado por The Times of Israel.
El funcionario hizo esta promesa durante una reunión celebrada el lunes con las familias de los rehenes israelíes retenidos en el enclave. Sus comentarios se producen mientras los negociadores trabajan para llegar a un acuerdo de tregua. “Como parte de las conversaciones, estamos trabajando para mantener la presión sobre Hamás. La posición de las fuerzas de seguridad será clara: el pleno retorno de los residentes del norte de la Franja de Gaza solo se producirá tras la devolución de todos los rehenes“, afirmó.
“La declaración que he repetido desde el primer día [del conflicto con Hamás], según la cual no tenemos derecho moral a detener los combates mientras tengamos un solo rehén en Gaza, no ha cambiado ni cambiará”, aseguró. “Aunque lleguemos a un marco que exija una pausa temporal en los combates, volveremos a luchar para eliminar a la organización Hamás y devolver a todos los secuestrados”, reiteró.
Desde Tel Aviv han advertido en más de una ocasión que el país continuará con sus ataques contra el enclave palestino hasta que los 130 rehenes, que se cree que permanecen en Gaza, sean liberados.
Israel ha intensificado sus bombardeos sobre la ciudad de Rafa, al sur del enclave, donde se refugian más de un millón de palestinos. Las acciones del país hebreo y sus planes para lanzar una ofensiva terrestre contra la zona han generado críticas internacionales.
La semana pasada, los cancilleres de los países del G20 concluyeron su reunión en Río de Janeiro con un pedido a Tel Aviv para que suspenda su decisión de atacar la ciudad, mientras que el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que una ofensiva a gran escala contra Rafa “pondría el último clavo en el ataúd” de los programas humanitarios de la organización en el enclave.