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La mitad de los datos disponibles sobre el Ártico no están al alcance de quienes estudian en Occidente la región, debido a la postura antirrusa de sus propios gobiernos.
Los estudios de los efectos del calentamiento global sobre el permafrost y, en particular, del clima del Ártico resultan obstaculizados por las restricciones que las autoridades de Estados Unidos y la Unión Europea impusieron al trabajo conjunto de sus entes científicos con Rusia y sus respectivas instituciones.
Al sondear las opiniones de varios expertos en el tema, el periódico The New York Times reveló esta semana que al mundo occidental le “falta actualmente la mitad del conjunto de datos climáticos del Ártico”, tal como indicó el Instituto Danés de Estudios Internacionales.
“Quizás sea imposible entender cómo está cambiando el Ártico sin Rusia“, valoró el científico italiano Alessandro Longhi, experto en el permafrost, citado por el medio. Mientras tanto, el monitoreo de las temperaturas en la región es fundamental para la investigación y el modelado del cambio climático, puesto que el derretimiento del hielo contribuye al aumento del nivel del mar y a modificar los patrones de temperatura y precipitaciones.
Rusia sigue recabando estos datos, pero la mayoría de los miembros de la UE y de la OTAN decidieron suspender todos los proyectos de investigación que involucraran a instituciones rusas poco después del comienzo de la operación militar especial en Ucrania en 2022. Las estaciones de campo rusas fueron borradas de la Red Internacional de Investigación y Monitoreo Terrestre en el Ártico, una comunidad mundial de 60 estaciones que se ubican en latitudes septentrionales.
Un grupo de estudiosos denunció en marzo pasado ante la comunidad científica el problema de suspensión de vínculos académicos con Moscú y propuso apuntalar los lazos con científicos de distintas instituciones no rusas “que tienen experiencia en el Ártico ruso”. “La indiscutible experiencia científica de Rusia en las regiones circumpolares del Ártico ha sido crucial para ayudar a mitigar el cambio climático”, sostuvo el colectivo.
El periódico estadounidense señala que nada ha mejorado desde entonces para el círculo científico occidental. El geofísico ruso Vladímir Romanovsky, quien trabaja en la Universidad de Alaska en Fairbanks, confesó a los periodistas: “Nos dijeron explícitamente: no incluyan a Rusia”. La directora científica de la Estación de Campo Toolik y profesora de la misma universidad, Syndonia Bret-Harte, valoró: “Es como dispararse en el pie”.
Por su parte, la nación euroasiática está modificando su enfoque a los estudios de la región en cuestión y fomentando nuevas asociaciones, en particular con China y la India.