La decisión de Panamá de salir de la Ruta de la Seda, tras la reunión con EE.UU., genera dudas sobre su autonomía y posible impacto en su posición comercial global.
En su conferencia del pasado 13 de febrero, el presidente José Raúl Mulino volvió a referirse a su disposición de no renovar el memorando de entendimiento firmado con China en 2017 y que incluye la participación del país canalero dentro de la iniciativa de la Franja y la Ruta, lo que motivó también la presentación de gestiones solemnes por parte de Pekín al embajador panameño en ese país.
El presidente afirmó que esta exclusión responde a una decisión personal que ya estaba tomada, aunque resuena su anuncio justo un par de horas después de la reunión que sostuvo el pasado 2 de febrero con el secretario de estado de los Estados Unidos.
Aunque desde su firma en 2017 junto al establecimiento formal de relaciones diplomáticas entre Panamá y China los avances no han sido profundos bajo este acuerdo, la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda sí se perfila como un motor para el comercio mundial que podría tener impacto en el desarrollo del país.
La iniciativa de la Franja y la Ruta promueve la conectividad comercial entre Asia, Europa, África y América Latina a partir de fondos chinos y en el caso panameño se renovaría cada tres años, aunque con una notificación de 3 meses previos podría ser rescindido por cualquiera de las partes, antes de su próxima renovación en 2026.
Desde la Ciudad de Panamá, John Alonso.
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