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La asunción de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, trajo a la actualidad una vieja pregunta que sigue causando ardoroso debate en el presente: ¿Debe España disculparse con México, y con América, por la Conquista?
Si bien la toma de protesta de la primera mujer mandataria en el país latinoamericano fue hace poco más de una semana, su llegada al Palacio Nacional reavivó una controversia entre España y México, que data del sexenio de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, pero que se originó hace 532 años, cuando el navegante Cristóbal Colón pisó el actual territorio americano y se inició el período histórico de la conquista y colonización española.
El historiador venezolano Pedro Calzadilla, presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe Rómulo Gallegos (Celarg), analizó para RT la reacción que han tenido el Gobierno y el Estado español frente a la solicitud de perdón —hecha por López Obrador a Felipe VI en una carta que data de 2019— por el “acontecimiento tremendamente violento, doloroso y transgresor” que significó la “incursión encabezada por Hernán Cortés al territorio actual de la República Méxicana”, en 1519. Esta petición fue ratificada por su sucesora en 2024, lo que causó un roce diplomático y la ausencia del país europeo en la jura de Sheinbaum.
“Civilización y barbarie”
Calzadilla ve como “absolutamente pertinente” la solicitud hecha por el país latinoamericano: “Lo puede hacer López Obrador desde México, con la fortaleza de México, porque es una sociedad que fue una de las principales víctimas de esa invasión. Además, se hace desde un proceso político popular, que ahora se ha renovado con la elección de la presidenta Sheinbaum”.
Al ser consultado por la razón que pudiera explicar el silencio del rey de España a la petición de López Obrador, y los ataques de los admiradores de la monarquía contra los mandatarios mexicanos, Calzadilla considera que se trata de la “soberbia imperial” de un territorio que “vive de viejas glorias imperiales”, hoy extintas.
“Hay un sector político en España que se vanagloria de lo ocurrido en América, que se siente orgulloso, que siente que efectivamente fue una ‘epopeya civilizadora’ contra la ‘barbarie’ que reinaba en estas tierras”, asevera el también exministro venezolano para la Cultura.
El también fundador del Centro de Estudios Simón Bolívar dice que lo ocurrido en América hace más de 500 años “está allí, como parte de una historia a la que no podemos darle la espalda en una acción premeditada de amnesia”.
“Al final no es cosa del pasado, son temas que están vivos hoy“.
¿Para qué unas disculpas?
El tenso debate está polarizado entre quienes sostienen que tanto México como América Latina merecen disculpas por las atrocidades cometidas durante la Conquista y la Colonia —que habrían diezmado la población en aproximadamente 90 %—, mientras que otros le restan importancia a ese acto de desagravio porque lo tachan de extemporáneo, de tener un carácter más político que histórico o porque no reconocen que hubo violencia sistemática contra los pobladores originarios y personas esclavizadas provenientes de África.
Calzadilla prefiere no hablar de “encuentro de dos mundos”, como ha sido acuñado el 12 de octubre, para referirse la primera vez que los conquistadores atracaron en la actual América. “Históricamente, sin atribuir juicios de valor, se trata de una invasión: fue un pueblo, o grupo de pueblos, que invadió a otro. Eso es registrable e identificable”.
Por ello, sostiene que para “sanear” y “hacer justicia en la memoria” se demandan las excusas para los descendientes de quienes vivieron los “horrores fruto de un momento histórico”, para que así los “pueblos logren superar las situaciones que existen”. “España, a mi juicio, requiere también un proceso de revisión para poder sentirse a gusto con su propia historia”, aseveró.
Las dos Españas
Calzadilla, fundador del Centro Nacional de Historia (CNH), asevera que existen dos Españas: una “progresista y abierta” y otra “del oscurantismo y el retroceso”. Sobre esta última, afirma: “Hay un resurgimiento de los peores valores de la humanidad, del neofascismo”, por lo que “se reagrupa alrededor del horror, del desprecio al otro, del supremacismo, de la valoración de pueblos en superiores e inferiores, para justificarlo todo”.
El autor del libro ‘La República parricida. Fiesta, memoria y nación en Venezuela 1830-1842’ recordó otra toma de posesión, la de Gustavo Petro, en Colombia. Esa vez, Felipe VI, invitado a la ceremonia, evitó levantarse de su asiento cuando la espada del Libertador Simón Bolívar, símbolo de la independencia de varios países de la región, fue llevada al estrado junto al flamante presidente.
“¿Y el rey no se pone de pie como el resto de los presidentes? ¿Qué está haciendo? ¿Es que está todavía ‘picado’ [dolido] con Bolívar?”, se pregunta. En esa línea, agrega que, si bien el monarca “se queda callado” cuando le piden un acto de contrición, “no pasa la página” cuando le toca reconocer a algún prócer de la independencia latinoamericana.
Un “traumatismo histórico silenciado”
“¿A quién puede hacerle daño reconocer que hubo excesos, crímenes y un genocidio? En las descripciones, en las crónicas, los propios castellanos hablan de una violencia descomunal. El propio Bartolomé de las Casas y otros hablan de la destrucción de un mundo completo, arrasado, ilegitimado con principios religiosos, con valores de superioridad”, cuestiona Calzadilla.
Según su visión, los pueblos deben “insistir en que se salden las cuentas de la memoria” porque “quien no se libera del pasado en el presente, queda prisionero”. El historiador hace extensiva esa reflexión a España, “porque es un fardo que carga un pueblo: la responsabilidad de haber hecho lo que se hizo en América. No se trata de culpabilizar a nadie, pero sí de darle la salida emocional a un hecho que está allí”.
Por ello, insiste en que no puede hacerse silencio sobre “una tragedia colectiva, porque es un traumatismo histórico que vive América y España también”.
Breviario de una petición fallida
En 2019, López Obrador le pidió en una misiva al rey que el Estado español admitiera “su responsabilidad histórica” y ofreciera disculpas a México por los “crímenes, atropellos y violaciones a las leyes” durante la Conquista y la Colonia.
El monarca no emitió respuesta y fue el Ministerio de Asuntos Exteriores el que ripostó, a través de un comunicado, en el que rechazaba “con toda firmeza” el escrito de López Obrador porque consideraba que “la llegada de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.
El planteamiento reflotó en 2021 —el año del quincentenario de la caída de Tenochtitlán y del bicentenario de la consumación de la independencia mexicana— cuando el entonces mandatario lamentó que su solicitud no tuviera eco en Felipe VI, que no respondió formalmente.
El asunto volvió a ocupar titulares días antes de la asunción de Sheinbaum, cuando se conoció que el presidente de Gobierno de España, Pedro Sánchez, había rechazado la invitación a la jura de la mandataria, tras tildar de “inaceptable” la exclusión del rey, que no fue convidado. En señal de protesta, su administración no envió a un representante oficial.
La presidenta mexicana, al igual que su antecesor, recibió insultos de sectores derechistas españoles y nuevamente se encendió la controversia sobre la historia y conquista de América. En medio de estas tensiones, tras cinco años de silencio, Felipe VI zanjó el tema mencionando que hay “posibles discrepancias inevitables” con América Latina, pero sin aludir directamente el roce con México ni explicar cuáles eran esas diferencias.
El viernes, un día antes del 12 de octubre, el monarca, sin hacer mención a la polémica con México, aseveró que su país estaba “orgulloso del legado histórico y cultural que ha construido no solo para sí mismo sino también como gran aportación al mundo”.
Posteriormente, en esa misma jornada, la mandataria mexicana mostró un video con una recopilación de las disculpas públicas de países y gobiernos, incluyendo el de México, a las víctimas de crímenes atroces, de violaciones de derechos humanos, de esclavización y de abusos. En la pieza, se deja claro que “ofrecer disculpas por crímenes de lesa humanidad es una responsabilidad histórica” y una forma de buscar la “reconciliación” para “superar agravios del pasado” y “resolver heridas históricas, tanto de quien ofrece el perdón y como de quien lo otorga”.
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