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La política y militar veterana de Irak fue candidata presidencial demócrata para las elecciones de 2020. Sin embargo, luego abandonó ese espacio político y se unió al bando republicano.
La excongresista demócrata Tulsi Gabbard ha sido aprobada por el pleno del Senado de EE.UU. como directora de la Inteligencia Nacional estadounidense. Se trata de una controversial figura dentro del arco político estadounidense que ha criticado en varias ocasiones la belicista política exterior del país norteamericano.
Gabbard, de 43 años, comenzó su carrera política en 2002, cuando se convirtió, con 21 años, en la persona más joven en ser elegida para ocupar un escaño en la Cámara de Representantes del estado de Hawái. En 2003, se alistó en la Guardia Nacional y en los años posteriores fue desplegada dos veces en Oriente Medio, participando en una de ellas en la invasión estadounidense a Irak, donde sirvió en una unidad médica. Actualmente, es teniente coronel de la Reserva del Ejército de EE.UU.
Giro en trayectoria política
La política representó a Hawái en el Congreso nacional desde 2013 hasta 2021, siendo la primera congresista de ascendencia hindú del país. En 2019, anunció su intención de postularse a las elecciones presidenciales del año próximo representando al Partido Demócrata. Sin embargo, más tarde suspendió sus ambiciones presidenciales, citando la victoria en las primarias de Joe Biden, a quien expresó su apoyo.
Posteriormente, Gabbard dio un giro en su carrera política tras dejar su banca y convertirse en una crítica abierta del Partido Demócrata. Al anunciar su salida del espacio político, calificó a sus excompañeros de filas de “cábala elitista de belicistas impulsados por un renacimiento cobarde“, que trabajan activamente “para socavar las libertades consagradas” en la Constitución estadounidense.
En agosto de 2024, apoyó formalmente la candidatura de Donald Trump para un segundo mandato y poco después empezó a trabajar como copresidenta de su equipo de transición. En octubre de ese año, se unió al Partido Republicano y, un mes después, el líder republicano la nominó para el puesto de directora de Inteligencia Nacional.
Una crítica de la política intervencionista de EE.UU.
La excongresista es conocida por sus críticas a la invasión estadounidense de Irak, así como a las intervenciones en Libia en 2011 y en el conflicto de Siria. En 2017, instó a su país a dejar de apoyar “de manera directa o indirecta” a los grupos rebeldes sirios. Ese mismo año, entrevistó al por entonces presidente sirio Bashar al Assad y visitó la ciudad de Alepo, provocando que parte del ‘establishment’ de EE.UU. y de los medios de comunicación tradicionales la calificaran como “vocera de Assad”.
Por otra parte, defendió que el comienzo de la operación militar especial rusa en Ucrania en 2022 podría haberse evitado si la gestión de Biden y sus aliados hubieran reconocido las “legítimas preocupaciones de seguridad” de Rusia sobre las intenciones de Kiev de unirse a la OTAN. Asimismo, acusó a Washington y a la OTAN de estar detrás de los actos de sabotaje de los gasoductos Nord Stream, a los que calificó de “acto de guerra contra Rusia y Alemania”. Su posición ha sido fuertemente cuestionada por el régimen de Kiev.
Además, Gabbard apoyó en varias oportunidades a Edward Snowden, el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA) y de la CIA que desveló en 2013 el programa de vigilancia masiva de Washington.
Cuestionamientos del ‘establishment’
Los posicionamientos de la nueva directora de Inteligencia Nacional le han generado diversas críticas dentro del arco político, que se hicieron evidentes cuando el Comité de Inteligencia del Senado confirmó el 30 de enero su candidatura con una ajustada votación de 9 votos a favor y 8 en contra.
Durante la audiencia, fue objeto de presión por parte del senador demócrata Michael Bennet, quien le preguntó si era consciente de que “sus comentarios sobre las guerras ‘proxy’ y las legítimas preocupaciones de seguridad de Rusia […] están en línea con lo que los rusos han dicho para justificar su invasión de Ucrania”. “Senador, no presto atención a la propaganda rusa. Mi objetivo es decir la verdad. Le guste a usted o no”, contestó Gabbard.
Asimismo, rechazó las críticas que la acusaban de ponerse del lado de los adversarios de Estados Unidos y dijo que era escandaloso cuestionar su lealtad al país, dada su trayectoria política y militar.
Gabbard sostuvo que estaba siendo atacada por cuestionar el ‘establishment’ de seguridad nacional de Washington y oponerse a las intervenciones militares estadounidenses de “cambio de régimen“.
Asimismo, afirmó que si bien Snowden violó la ley y tenía vías legales para denunciar irregularidades, no aceptaría que los legisladores lo llamaran “traidor”.
Falta de experiencia
Como directora de Inteligencia Nacional, un puesto creado a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, Gabbard supervisaría 18 agencias de inteligencia con un presupuesto de alrededor de 100.000 millones de dólares y serviría como el principal asesor del presidente en asuntos de inteligencia.
En este contexto, cabe recordar que la veterana de Irak no tiene experiencia formal en inteligencia y nunca ha dirigido una agencia o departamento gubernamental.