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Las propiedades curativas de la mítica tsori se mencionan en el Génesis y los libros de Jeremías y Ezequiel.
Los científicos han logrado cultivar un antiguo árbol a partir de una semilla de 1.000 años hallada en el desierto de Judea durante las excavaciones de 1986-1987 y ahora creen que, además de destacarse por la ‘resurrección’ desde las épocas tan remotas, la planta es la mítica tsori, descrita en textos bíblicos como un valioso remedio medicinal.
La semilla de 1,8 centímetros de largo fue sembrada en 2010 en un invernadero del Centro israelí para la Agricultura Sostenible y empezó a brotar aproximadamente cinco semanas después. El árbol, de 14 años, fue bautizado extraoficialmente como Sheba y llegó a crecer hasta unos tres metros de alto. No ha florecido nunca y no desprende ninguna fragancia, pero detrás de su corteza hay oleorresina transparente.
“Utilizando los resultados de la secuenciación del ADN y los análisis filogenéticos y fitoquímicos, junto con fuentes históricas y arqueológicas y datos fitogeográficos, sugerimos que Sheba puede representar una especie extinta (o al menos extirpada) de ‘Commiphora‘, antaño nativa de la región, cuyo extracto resinoso tsori (‘flujo’ o ‘goteo’ en hebreo), mencionado en los textos bíblicos, se consideraba una sustancia valiosa asociada a la curación, pero no se describía en estas fuentes como fragante”, escribieron los investigadores en su estudio publicado en la revista Communications Biology.
Mencionada en el Génesis y los libros de Jeremías y Ezequiel, tsori nunca figuraba en las sagradas escrituras como un árbol como tal, sino como una sustancia curativa. Por lo tanto, la hipótesis inicial de los científicos fue que su Sheba podría haber sido el histórico bálsamo de Judea, un árbol o arbusto fragante que se cultivaba en la antigua Judea y desapareció de la región en el siglo IX d. C.
Sin embargo, descartaron esa teoría, ya que Sheba no está estrechamente relacionada con las especies de ‘Commiphora’ que se destacaban por su fuerte aroma. En cambio, la segunda hipótesis les pareció más acertada: Sheba, desconocida con una huella genética única, podría representar la extinta planta con la mítica resina tsori documentada en la Biblia.
Si bien en las hojas y resina de Sheba no hay compuestos aromáticos, sí se han detectado muchos medicinales, como triterpenos pentacílicos, relacionados con el embalsamamiento y otras prácticas funerarias, o altos niveles de escualeno (un 30 %), que es el principal componente de los lípidos poliinsaturados de la superficie de la piel con propiedades emolientes, antioxidantes, hidratantes y antitumorales.
Además, la resina del árbol contiene compuestos glicolipídicos no descritos en ningún otro lugar. Entretanto, los investigadores señalan que los compuestos conocidos como guggul, identificados a partir de la resina de ‘Commiphora wightii’, han mostrado una potencial actividad anticancerígena.