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Varias jugadoras respaldan la versión de Jennifer Hermoso, mientras que todos los imputados niegan las acusaciones.
El juicio contra el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEFE) Luis Rubiales, acusado de agresión sexual y coacciones a la jugadora Jennifer Hermoso por el beso que le propinó tras la final del Mundial celebrado en Sídney en agosto de 2023, ya ha quedado visto para sentencia.
El miércoles terminaron las siete jornadas de declaraciones en las que se escucharon los testimonios de denunciantes, imputados, testigos y peritos, dejando escenas como las del magistrado reconviniendo en varias ocasiones a los acusados y la petición del fiscal de dos años y medio de cárcel para Rubiales.
Una celebración desfasada
El juicio comenzó el 3 de febrero en la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares, en Madrid. Al menos 100 periodistas de 70 medios, procedentes de ocho países, estaban acreditados para cubrir las sesiones, como muestra del inédito interés que suscitó el caso que arrancó con un beso televisado a todo el mundo.
El 20 de agosto de 2023, la selección española femenina de fútbol alcanzó el mayor hito de su historia al ganar por primera vez un Mundial. Durante la celebración, todavía en el terreno de juego, Rubiales agarró la cabeza de Jenni Hermoso con las dos manos y le dio beso en la boca.
Antes, su celebración en el palco incluyó agarrarse soezmente los genitales al lado de la reina de España y su hija menor.
Denuncia de la jugadora
Hermoso presentó una denuncia en la Fiscalía el 5 de septiembre de ese año, que estuvo precedida por la negativa de Rubiales a dimitir a su cargo y el comunicado de las jugadoras para renunciar a la selección y defender a su compañera.
El 9 de septiembre llegó la renuncia de Rubiales, cuando ya había sido suspendido provisionalmente y la Fiscalía había abierto diligencias. Posteriormente, la FIFA lo sancionó de manera definitiva con la inhabilitación durante tres años.
También están imputados por las presuntas coacciones Jorge Vilda, entonces seleccionador de la categoría femenina; Albert Luque, exdirector deportivo de la RFEF; y Rubén Rivera, exresponsable de marketing de la RFEF.
La primera en declarar
La víctima fue la primera en declarar el lunes de la semana pasada. Durante más de dos horas, se ratificó en su denuncia. “En el momento, sentí que estaba fuera de contexto totalmente, sabía que estaba besándome mi jefe, y esto no debe ocurrir en ningún contexto laboral“, relató la jugadora, agregando que se sintió “poco respetada como mujer”, según recogió el medio especializado Relevo.
Reseñó que se había enviado desde la RFEF un comunicado a la prensa en su nombre, en el que ella no había participado y que fue presionada para grabar un video junto a Rubiales para restar importancia a lo sucedido y que las coacciones continuaron durante los siguientes días.
Las jugadoras respaldan a Hermoso
Varias futbolistas respaldaron la versión de Hermoso. Lo hicieron Misa Rodríguez, Alexia Putellas e Irene Paredes. Relataron el bajo estado de ánimo de Hermoso y corroboraron las presiones recibidas por su entorno.
Uno de los testimonios más reveladores fue el de Ana Belén Ecube, quien contó que Luque le había dicho que “si nos ayudáis ya sabéis que Luis os va a tratar muy bien a las dos”. “Dile a Jenni de mi parte que esto son dos días y se encontrará después solita”, decía uno de los muchos mensajes que Luque le envió esos días.
🗣 Ana Ecube, amiga de Jennifer Hermoso, da su versión de la conversación que tuvo con Albert Luque, que, según su declaración intentó convencerla de que la jugadora colaborara con Luis Rubiales. pic.twitter.com/dEwpkIYDhQ
— MARCA (@marca) February 6, 2025
El hermano de Jennifer Hermoso, Rafa Hermoso, habló sobre las presiones recibidas por parte de Jorge Vilda en el avión de vuelta después del Mundial, cuando intentó convencerle, enviado por Rubiales, de que persuadiera a su hermana de grabar el video quitándole importancia a lo sucedido y afirmando que el beso fue consentido.
“Dejó caer que mi hermana ya tenía una edad y que tenía ya una carrera y que si colaboraba, las cosas le iban a ir bien, las puertas de la Federación iban a estar abiertas, pero que si no, no se sabía qué podía pasar”, afirmó Hermoso. “Y la última frase que me soltó el señor Vilda fue que tuviéramos en cuenta las consecuencias, tanto profesionales como personales, que todo esto podía tener para mi hermana“, añadió.
Los acusados se defienden
Este miércoles llegó el turno de los acusados. Luis Rubiales negó todas las acusaciones. Se reafirmó en que el beso fue consentido porque antes preguntó a la jugadora “¿te puedo dar un besito?”, recibiendo una respuesta afirmativa; sostuvo que su comportamiento era igual con jugadores y jugadoras, porque él se “comía a besos a un montón de futbolistas”; y se desvinculó de las presuntas presiones que habrían ejercido contra Hermoso algunos de sus subordinados.
Jorge Vilda, por su parte, centró su declaración en mostrarse arrepentido por no haberse acercado a Hermoso para preocuparse por cómo se encontraba, en afirmar haber actuado por propia voluntad sin haber seguido indicaciones de Rubiales y en negar haberla amenazado con consecuencias personales y deportivas.
Alberto Luque también negó haberse dirigido a la jugadora a instancias de Rubiales y se mostró arrepentido de los mensajes que envió a Ana Belén Ecube, excusándose en que fue “una respuesta desafortunada por un cúmulo de cosas”, según recoge 20 Minutos.
El último de los acusados en declarar fue Rubén Rivera, quien también negó las acusaciones.
El juez muestra su hartazgo
El juez mostró su hartazgo con varios de los testigos y acusados que declararon durante estas jornadas de juicio. “Mi paciencia está llegando a límite”, le dijo el segundo día a Pablo García Cuervo, exdirector de comunicación de la RFEF. El magistrado también le espetó: “Viene aquí a declarar, basta ya de esas contestaciones. Quiero saber las cosas con claridad, no con chulería”.
También evidenció su cansancio en varias ocasiones por el comportamiento de los acusados, como respuestas evasivas o excesivamente largas. “No hay forma humana de que acabe”, llegó a decirle a Rivera ante sus interminables contestaciones.
