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Para los hombres se considera que la cantidad “segura” es menos de dos bebidas al día, mientras que para las mujeres menos de una, sostiene un psiquiatra de adicciones.
Un reciente estudio de la Asociación Estadounidense para la Investigación del Cáncer (AACR, por sus siglas en inglés) establece un vínculo entre el consumo de alcohol y el desarrollo de seis tipos de enfermedades oncológicas.
“El consumo de alcohol aumenta el riesgo de desarrollar seis tipos de cáncer: ciertos tipos de cáncer de cabeza y cuello, carcinoma de células escamosas de esófago y cáncer de mama, colorrectal, de hígado y de estómago”, sostienen los científicos.
Mientas, entre los factores de riesgo modificables de tales dolencias, el alcohol es el tercero más importante, por detrás del tabaquismo y de la obesidad.
“Cuanto más grave sea la ingesta de alcohol, más intensa sea la aportación y más prolongada sea la exposición al alcohol, mayor será el riesgo”, advierte el psiquiatra de adicciones Adam Scioli, de los Centros de tratamiento Caron, en declaraciones a Fox News.
Según Scioli, para los hombres, la cantidad “segura” de alcohol se considera menos de dos bebidas al día, mientras que para las mujeres es menos de una.
Al mismo tiempo, las investigaciones indican que “quienes reducen el consumo de alcohol o dejan de beber por completo pueden disminuir el riesgo de desarrollar cánceres relacionados con el alcohol en un 8 % y pueden reducir el riesgo ante todos los cánceres en un 4 %, en comparación con quienes mantienen o aumentan su consumo de alcohol”.
Para reducir los casos de enfermedades oncológicas, los autores del trabajo sugirieron realizar campañas públicas, por ejemplo, colocando etiquetas de advertencia específicas sobre cáncer en las bebidas alcohólicas.
Asimismo, se podrían llevar a cabo estrategias clínicas efectivas que reduzcan o eliminen el consumo de alcohol, como “intervenciones breves de asesoramiento realizadas en entornos de atención primaria”.
“Las intervenciones conductuales más complejas y las intervenciones médicas basadas en la evidencia son herramientas efectivas para tratar el trastorno por consumo de alcohol, aunque estas estrategias a menudo se subutilizan a pesar de su eficacia”, observaron los expertos.