Fritz Du Bois,La opinión del [email protected]
Brian Brady era un geólogo norteamericano que se lanzó al mercado de los futurólogos con un nivel de detalle que llamaba la atención, por lo que a muchos les daba la impresión de que ‘capaz tenía razón’.
Este señor publicó primero un artículo, en 1975, prediciendo un terremoto de gran magnitud en Perú y Chile. Como no le dio resultado, regresó al cabo de unos años, a inicios de 1981, pero esta vez con un pronóstico ultradetallado: ‘a comienzos de junio arrancan los temblores de entre 7 y 8 grados, al cabo de 40 días un terremoto de 9,2 grados, y luego de 30 días otro terremoto de 9,9 grados’ fue lo que –con aparente confianza– aseveró.
Con lo cual, para mediados de setiembre del ’81, no debería de haber quedado en pie ni una sola casa entre Chimbote y Santiago. Por supuesto que no pasó de ser más que un falso vaticinio de ese aprendiz de adivino, pero ese año la construcción cayó y el turismo se desplomó.
Sin embargo, lo que tenemos ahora no parece ser una reencarnación de Brady buscando protagonismo. El hecho de que se haya producido un sismo catastrófico cada 250 o 300 años en esta parte de la costa del Pacífico no quiere decir que de todas maneras ocurrirá ni nos debe llevar al pánico. Más bien, debe llevarnos a la reflexión de que, de producirse un terremoto, no estamos preparados.
Incluso, no solo el sismo de 2007 sino el temblor de la semana pasada en Ica han confirmado la incapacidad del Estado para actuar en estos casos. La idea de que Defensa Civil esté a cargo de los gobiernos locales suena bien en teoría, hasta que uno experimenta la incapacidad de gestión a nivel municipal. Si normalmente son ineficientes, ¡qué se espera en medio de una catástrofe!
Por ello valdría la pena que se revise el Indeci para encargárselo a la Fuerza Armada. Al final de cuentas, mientras no haya conflicto armado, estas tienen 100 mil efectivos, pagados por todos los peruanos, que no están muy ocupados.