Colombia rechaza la propuesta del presidente electo de Panamá de cerrar la Selva de Darién, para detener el creciente flujo migratorio en la frontera común.
El bosque denso e inhóspito, ubicado en la frontera de Panamá con Colombia, es uno de los pasos más complejos y peligrosos que utilizan los migrantes latinoamericanos en su camino hacia Estados Unidos. La travesía que podría durar hasta 10 días comprende peligros naturales como animales salvajes y ríos caudalosos, y las bandas criminales que asaltan, violan y matan.
En lo que va de año, la Selva de Darién ha visto pasar a cerca de 120 000 personas. Para el presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, la respuesta es cerrar el paso y deportar a los migrantes.
Sin embargo, el otro lado de la frontera piensa distinto. Para el Gobierno de Colombia, adoptar medidas radicales pondría en peligro la vida de los migrantes. Y entre otras cosas, podría causar más extorsiones por parte de coyotes o traficantes.
Para el Gobierno de Gustavo Petro, cerrar la ruta migratoria generaría más riesgos para los inmigrantes. Es la misma preocupación que han venido mostrando funcionarios de las Naciones Unidas, durante las últimas semanas, y tras conocer la idea del presidente electo de Panamá.
Además, Los analistas consideran que cerrar la selva, teniendo en consideración una frontera conjunta de 266 kilómetros, suena inviable. Atender el flujo migratorio en Darién, requiere una estrategia conjunta de Colombia y Panamá, y tal vez de otros países.
Por esta misma razón, Bogotá busca una reunión entre Gustavo Petro y José Raúl Mulino, antes de que este último tome las riendas del país, el 1 de julio.
mrg