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La mujer, hoy de 62 años, aceptó los cargos de homicidio involuntario, admitiendo que en aquel entonces golpeó al bebé porque se sentía “abrumada y agotada al tener que cuidar a numerosos niños”.
La exniñera Terry McKirchy fue condenada a tres años de prisión luego de declarase culpable de homicidio involuntario, en relación con la muerte de un hombre a quien ella supuestamente provocó lesiones severas en 1984, cuando él apenas tenía cinco meses de nacido y vivía ella en la casa de la madre en Florida (EE.UU.), informan medios locales.
McKirchy, de 62 años, aceptó un acuerdo de culpabilidad por el homicidio involuntario de Benjamín Dowling, quien falleció el 16 de septiembre de 2019, a los 35 años, después de una vida aquejada por discapacidades causadas por la hemorragia cerebral que sufrió en 1984.
Tras la autopsia de Dowling, se concluyó que la muerte había sido provocada por las lesiones que sufrió cuando era un recién nacido.
En una carta leída por el abogado defensor de McKirchy, la exniñera le pidió disculpas a la familia de Dowling. Según sus palabras, cuando golpeó al bebé se sentía abrumada y agotada por tener que cuidar a varios niños.
Esta es la segunda vez que McKirchy llega a un acuerdo por el maltrato a Dowling. En 1985, mientras estaba embarazada de seis meses, fue sentenciada a pasar los fines de semana en prisión hasta que diera a luz. Luego fue puesta en libertad condicional por tres años.
‘Síndrome del bebé sacudido’
Los padres de la víctima explicaron en 2021 que Dowling nunca pudo hablar ni moverse. Fue sometido a varias cirugías, que incluyeron la colocación de varillas de metal a lo largo de su columna vertebral; además, solo se alimentaba a través de una sonda y necesitó rehabilitación y escuelas especiales.
“Benjamín sonreía cuando estaba con su familia, aunque nunca podía verbalizar nada. Creemos que sabía quiénes éramos y que estábamos trabajando duro para ayudarlo”, dijeron.
El efecto del maltrato que recibió Dowling recibe el nombre de ‘síndrome del bebé sacudido’ o traumatismo craneal infligido, lo cual destruye las neuronas cerebrales del niño e impide que el cerebro reciba suficiente oxígeno. Esta forma de maltrato infantil puede provocar un daño cerebral irreparable e incluso la muerte.