El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, parece mantenerse firme ante su iniciativa de promover una reforma profunda a la Constitución del país.
Tras una dictadura de 21 años que finalizó con la invasión norteamericana en diciembre de 1989 y la profundización de las políticas neoliberales en la década de los noventa, Panamá se ha convertido en uno de los países con peor distribución de sus riquezas a nivel mundial y a estas alturas del siglo 21 son distintos los sectores que coinciden en que la nación centroamericana se ha ido transformando un estado fallido.
La promesa electoral de una reforma profunda a la Constitución Nacional ha sido sostenida por el presidente Mulino durante las primeras semanas de su gestión, como una iniciativa para transformar la actual estructura política del país.
No es la primera ocasión en que un presidente de Panamá aborda el tema de un proceso constituyente, aunque la experiencia, al menos bajo las dos últimas administraciones de gobierno, no alcanzó mayor avance.
Esta sospecha surge de las modificaciones que fueron aplicadas a la Constitución en el año 2004 y que introdujeron la figura de la “Asamblea Constituyente Paralela” que, según explican los especialistas, podría interpretarse como un intento de limitación al poder popular como único titular de la soberanía nacional.
John Alonso, Ciudad de Panamá
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