El corte de suministro eléctrico y el exceso de demora en la reposición tras un evento climático en la zona central de Chile provocaron la molestia de miles de ciudadanos.
El gobierno chileno evalúa el fin de la concesión que mantiene la empresa italiana Enel, mientras se abre el debate de una empresa eléctrica estatal.
Vientos de hasta 125 kilómetros por hora el jueves 1 de agosto detonaron la peor crisis eléctrica de esta última década. Casi un millón de hogares quedaron sin luz a lo largo de Chile, la gran mayoría en la capital.
Pasaron los días y el suministro no se reanudaba. Alimentos sin refrigeración, hogares sin agua caliente en pleno invierno, la imposibilidad de trabajar sin electricidad. A todo esto se sumó el descontento arrastrado por las continuas alzas del costo de la luz y los permanentes cortes en algunos sectores, antes de esta crisis, como en el Barrio Yungay.
Chilectra fue la empresa estatal de electricidad privatizada a fines de los 80, en dictadura, y cuyas acciones compró la antecesora de Enel, empresa cuyo mayor accionista es el Estado italiano. En medio de la crisis, el Ministro de Energía planteó la necesidad de una empresa eléctrica del Estado de Chile y abrió el debate.
Los expertos apuntan a una solución dentro del modelo. Volver a un Estado garante no les parece algo fácil en un país que se rige con las reglas del mercado.
En el segundo trimestre de este año, Enel Chile reportó un alza de más de 120% en sus utilidades, mientras los usuarios experimentaron un aumento de hasta un 60% en los costos de la luz.
“Una reciente encuesta de la encuesta de la empresa Black And White reveló que el 92% de los usuarios evaluó mal el desempeño de ENEL en la última crisis”.
Por ahora, el gobierno trabaja en investigar la revocación de la concesión que mantiene ENEL. Los expertos debaten sobre los riesgos que traería esta decisión, mientras los usuarios se preguntan si mejorará la calidad y equidad del suministro, y bajarán los precios en el tercer país con la electricidad más costosa en América Latina.
Beatriz Michell, Santiago de Chile.
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